13 mar 2011

Misterios Historicos sin resolver

El fantasma del aviador. Durante la Primera Guerra Mundial el escuadrón de la Fuerza Aérea Real fue fotografiado en el centro de adiestramiento HMS Daedalus. La fotografía parecía normal, pero detrás del cuarto aviador de izquierda a derecha, aparece la cara fantasmagórica de una persona.
El rostro del hombre que aparece es el de Freddy Jackson, un mecánico que había muerto tras ser golpeado por la hélice de un avión en el mismo sitio, dos días antes, señala el sitio asusta2.com.ar.

El puente de los perros suicidas. En el pequeño pueblo de Milton, Escocia, se encuentra un puente de más de un metro de altura de estilo victoriano del que varios perros se han lanzado hacia el vacío provocando su muerte.
El puente Overtoun ha visto como entre 80 y 100 perros, sin ninguna provocación, corren a la menor provocación, saltan la barda del puente y caían sobre rocas. Muchos morían al instante, pero los que quedaban vivos, regresaban al puente para volver a lanzarse, detalla puentemania.com.
Existen varias teorías como fuerzas sobrenaturales y extraños campos de energía que emanaban desde las grandes piedras y confunden a los perros, principalmente a los de hocico grande como labradores, collies y golden retrievers, menciona revistadigitalavalon.es.
El caminante que desapareció. En 1873, dos hombres de Leamington, Inglaterra, realizaron una apuesta: Abraham Wise retó a James Burne Worson a caminar desde el pueblo hasta Coventry y regresar.
Worson comenzó a caminar, mientras que Wise y otras dos personas los seguían de cerca en un carro; de pronto el hombre cayó y desapareció, repentinamente.
Horas más tarde, los tres hombres que seguían al retador señalaron que Worson dio un grito, se desvaneció sin tocar el suelo y se esfumó frente a sus ojos, detalla el portal desgarrador.com.



Las huellas del diablo. Durante febrero de 1855, unas extrañas huellas aparecieron sobre la nieve que cubría un terreno el pueblo de Devonshire, Inglaterra.
Las pisadas, de 18 centímetros de largo por siete de ancho, tenían una figura extendida con forma de cascos de caballo y podían ser presenciadas a lo largo de 150 kilómetros sin que, nada, ni casas, ni objetos, siguieran su trayecto en línea recta.
Los pobladores descartaron que fuera un animal, y culparon a un ente demoníaco de haber sido el autor de las mismas, menciona escalofrios.org.
En marzo de 2009, varias marcas similares a las de 1855, volvieron a aparecer en Devonshire.

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